domingo, 24 de mayo de 2015

Amigos, recuerdos, sueños


Hace unas horas que he regresado a casa y no he podido contener la tristeza que me ha producido volver a estar aquí tras un sueño tan corto.
En estos tiempos difíciles en que la gente tiene que irse de su país para poder encontrar un empleo en condiciones medianamente decentes, de pronto te encuentras que tus cuatro amigos de verdad (porque nadie tiene muchos más que cuatro; los míos, desde luego, son muy poquitos) están lejos de ti, que pasan meses sin poder veros y mucho menos coincidir en grupo (que es cuando se crea esa dinámica tan especial que pertenece a las pequeñas pandillas, genuinas y verdaderas, que tienen una historia en común).

La premisa era ésta: un día y atisbos de otros dos, juntarnos en Londres (mi ciudad favorita, a la que hacía cinco años que no viajaba y que ya me estaba muriendo por volver a pisar) y ver al grupo que nos conectó, a una de nuestras bandas favoritas y que teníamos pendiente desde la adolescencia.
Y realmente el fin de semana exprés fue todo lo que prometía: breve, agotador, lleno de risas y de momentos inolvidables.

Por una parte, pasear un poquito, deprisa y sin tiempo de demasiados detalles (más allá de la frikada de asomarme a ver cómo está actualmente el hotel en el que viví un mes y medio; y de paso sacarme una foto en el establecimiento que hace las veces de exterior en la serie Black Books), pero lo suficiente para mitigar ligeramente la añoranza.


Después, el concierto, que cuento entre los mejorcísimos de mi vida y que puedo tachar por fin de la lista de grandes sueños que cumplir, después de tantos años. 
Conocí a Dir en Grey muy niña, y muy niña me enamoré de ellos. Comprendí enseguida que lo suyo iba mucho más allá de géneros, estilos y, en definitiva, corsés: que tienen algo que decir y que tienen la habilidad de expresarlo de la mejor manera posible en cada momento. Sí, soy la típica que echa un poco de menos los tiempos pasados y escucha más veces Kisou que Dum Spiro Spero; pero también es verdad que este Dir en Grey, el de ahora, desde hace unos años para aquí, es el mejor Dir en Grey que ha habido nunca, lo cual no dejaré de repetir. Esa seguridad que han ganado, lo claro que lo tienen se deja ver en todo. 


Son cinco personas a las que he querido y admirado durante mucho tiempo, y soy, por más años que tenga, una fangirl por naturaleza. He escuchado su música, visto todos sus DVDs y participaciones en entrevistas y programas de televisión, traducido mil canciones, analizado movimientos, descargado una cantidad estratosférica de fotografías diferentes... En fin, toda una vida a su lado, como al de no tantos grupos, porque si tengo muchísimos artistas que quiero, tengo muy pocos que estén en la cúspide de Dir en Grey.
Han sido mi adolescencia, mi relación con mis amigas, mi inspiración poética, mi consuelo en momentos en que nadie me comprendía como su música. Les conozco todo lo bien que un seguidor tan asiduo puede conocer a su ídolo.
Toshiya es mi gran amor en Dir en Grey, uno de mis grandes amores en la vida y sin duda la razón primera por la que me enamoré como lo hice del bajo eléctrico. 
Kaoru es el genio detrás de los grandes himnos de este grupo, y tiene su lado místico y sus momentos "más bruto que un arado" que compensan ese atractivo sin esfuerzo.
Kyo es el profeta, la voz, ese demonio que lleva tantos años transformando en palabras y en notas nuestros fantasmas internos.
Shinya es un ángel, no existe otra palabra para definirlo; un grandísimo batería que permanece callado tras sus baquetas porque tiene más que decir por medio de la percusión.
Die es familia, ese pelirrojo que desarma con una sonrisa y conquista con un solo de guitarra.
Todos son familia, realmente. Y poder verlos, por fin, tras más de un intento fallido, desde tan cerca y en este momento en que a nosotras nos va mejor que nunca y a ellos les va mejor que nunca, ha encajado, ha tenido el sentido que quizá si hubiéramos ido con dieciocho años no le habríamos acabado de encontrar. Ha sido el instante adecuado. Juntas, en Londres, con Arche. Y soy la primera a la que le echaba para atrás un concierto basado en la práctica totalidad del nuevo álbum con apenas tres canciones de otros, pero ha sido perfecto tal y como ha sido.


No tengo palabras para expresar lo guapos, ¡y es que son guapísimos!, que son estos chicos. Toshiya ha ganado unas tablas espectaculares y se plantaba allí desafiando al mundo; Kaoru, concentrado, irradiaba esa elegancia tan suya; Die es guapo con ganas, de hecho cuando salió me puse a gritarle a una amiga: "¡¡ES PRECIOSOOOO!!"; Shinya se confirma como ángel que trasciende este mundo; y Kyo, de Kyo sólo puedo decir que tiene una voz para morirnos todos ahora mismo de un infarto, y que pocas veces le había visto cantar de forma tan perfecta, sin una nota fuera de tono, con una teatrlaidad cada vez más suya, con esas expresiones y gritos desgarrados que te dejan clavado al suelo.
Un concierto, técnicamente, de diez; empañado sólo por la larguísima espera por unos teloneros que no me hicieron ni pizca de gracia, y por la actitud destructiva y malintencionada de muchas de las personas que habían asistido como público.


Cuando los sueños se cumplen y superan de una forma tan drástica tus expectativas, cuesta asimilar que todo eso ha sucedido realmente. Que te has sentido así.
En grupo cuesta un poquito menos, y sé que no habría sido ni la mitad de bonito si no hubiera podido compartir esta aventura con mis queridísimas Mai, Mine y Kae, tres personas que soy feliz de tener en mi vida. También ha sido genial compartir con Héctor (¡gracias por conseguirme la púa de mi tocayo y por las fotos que comparto aquí, que no son mías!) y con Kaotsumi, y por supuesto con mi compañero las veinticuatro horas que me vivió en las euforias y en el cansancio existencial: Abel.

Ha sido un gran sábado; muy largo y agotador, pero maravilloso. Gracias a Dir en Grey por ser una parte tan importante de mí, de nosotros. Gracias a mis amigos por ser reales.


El tiempo nos separa de nuevo y nos reunirá cuando se le antoje. Estaremos ahí para abrazarlo cuando llegue, echándolo de menos un poquito cada día.

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