domingo, 4 de octubre de 2009

Indispensable: Rurouni Kenshin


La imagen de arriba es uno de los mejores regalos que me han hecho nunca, y me brinda la oportunidad de hablar aquí por primera vez del que es mi manga favorito desde los catorce años. Hablar de mí es hablar de Rurouni Kenshin necesariamente, porque hay muchos libros, cómics, grupos que me gustan, pero los que de verdad me apasionan forman parte de mi personalidad.
Vi Rurouni Kenshin por primera vez de casualidad, haciendo zapping en la tele, y me llamó la atención que echaran anime tan temprano. Era el capítulo en que conocen a Megumi y Sanosuke descubre que es traficante de opio. La siguiente vez que lo vi eran ya los episodios de los piratas, y me engancharon de tal manera que, a partir de entonces, madrugaba por las mañanas para verlo (hasta que lo quitaron, claro, porque en Canal + modificaban la programación con pasmosa facilidad).
Un dato importante, fuera del tema de la historia en sí, es que gracias al anime de Kenshin escuché por primera vez The fourth avenue café y, cuando un día Mai se bajó el ending correspondiente, le dije: "Es mi canción". Ése fue el principio de una larga historia con Laruku, pero la contaré en otro momento...
El caso es que, si bien me enamoré del anime desde el primer momento, lo verdaderamente bueno comenzó cuando compré el primer tomo. Era la primera colección que empezaba y, mientras Mai estaba igual de eufórica con su tomo 1 de Saint Seiya, ninguna de las dos sabía siquiera que se leían al modo japonés, de derecha a izquierda.
Kenshin se convirtió, prácticamente desde que leí las primeras páginas, en el manga de mi vida, en una historia que conecta profundamente conmigo y que me enseña una y otra vez. Si he de juzgarlo de forma objetiva, posiblemente no es perfecto ni en el dibujo, ni en la narración en sí. Quizá haya erratas importantes y tal vez se note a veces demasiado la inspiración en otros personajes (como Jinne Udo en Gambito, o Hiko con la capa de Spawn), pero hay algo que no falla en ningún momento, y es la claridad con la que expresa el mensaje, el cometido, la forma de expiar los crímenes de Kenshin. Por encima de todo, es un manga en el que existen unos tremendos personajes, empezando por el protagonista, que es casi como un maestro moral para mí, y siguiendo por los que le rodean, buenos y malos: Aoshi, Sanosuke, Yahiko, Misao, Shishio, Saito, Soujiro, Kaoru... Cada uno defiende su verdad y pelea por aquello en lo que cree, siempre bajo ese estandarte japonés del honor, y todos buscan la respuesta que les permita enmendar aquello que han hecho mal.
Es un manga que me ha hecho sentir pasión por la historia de Japón y más concretamente por la del Shinsengumi y el final movidito de la era Edo, y también es un manga que me hace, una y otra vez, reír a carcajadas y llorar como si se me hubiera caído el mundo encima. Es un manga que me emociona y del que me gusta cada parte, total y absolutamente. Todos los personajes son memorables, interesantes y cargados de motivaciones y trasfondo (excepto Iwambo xD) y todos luchan por recuperar aquello que son.
Podría pasarme horas alabando la genialidad de este cómic, pero, por otro lado, tampoco me puedo olvidar de su autor, mi querido Nobuhiro Watsuki, que antes fuera ayudante de Takeshi Obata y del que pocas más obras han transcendido, pero que se ha convertido en un ídolo no sólo por el manga, sino también por sus free talks, en los que lamentaba que le robaran la bici, decía que estaba al borde del suicidio porque no sabía cómo terminar la historia o contaba en qué nivel iba en sus videojuegos favoritos. Cuánto me reía con ese hombre y sus cosas.

Si recomiendo el anime y las OVAs (las primeras) de Rurouni Kenshin, que sí, el manga casi tengo que ordenar bajo pena de muerte que sea leído, porque es una auténtica joya.
Cuando mis amigas de Kamakura y yo hablamos de los mangas que nos marcaron, siempre sale el mismo tema: que es una auténtica lástima que la mayor parte de las personas que vienen a las Jornadas no conozcan mangas un pelín más antiguos y clásicos que todo "friki" que se precie debería haber, cuando menos, hojeado. Es el caso de Yu Yu Hakusho, de Saint Seiya, de Ranma 1/2, de Harlock Saga... y de miles más, pasando, por supuesto, por el que trato en esta entrada. Es totalmente respetable que a alguien no le gusten, pero, si vas a presumir que controlas de manganime, creo que hay que conocer de dónde viene lo que existe hoy.

Para finalizar, dejo un vídeo musical que he encontrado por ahí, con la esperanza de que alguien decida darle una oportunidad y llegue a apasionarle Rurouni Kenshin la mitad que a mí.

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