martes, 21 de marzo de 2017

Mi relación con la poesía

Me pregunto con regularidad desde cuándo amo la poesía. La pasión tiene esa peculiaridad: una vez que se ha dado, que se ha permitido abrir los brazos, cuesta comprender que tuviera un origen o que hubiera existido un tiempo sin ella.

Los versos han estado en mi vida desde niña. Por fortuna, los currículos educativos todavía no han hecho a un lado la literatura y ésta se nos sigue inculcando, con mayor o menor acierto. De mis años de Primaria recuerdo fragmentos lúdicos y estrofas que aprendíamos en gran grupo. Gloria Fuertes, Rafael Alberti, Gianni Rodari.
El verdadero interés llegó, como para muchos, con Bécquer, durante los primeros cursos de la E.S.O. La poesía estaba ahí, siempre había estado ahí, pero, hasta que el Romanticismo se abrió paso, no consiguió ocupar un lugar importante. Y, entonces, la tarea obligatoria de memorizar una de las rimas del sevillano en el plazo de una semana; y un montón de risas en el recreo mientras repetíamos la que habíamos elegido. No puedo olvidar a mi amigo Rubén, que había puesto melodía a la número XI y la entonaba creyéndose el sujeto de la misma: Yo soy ardiente, yo soy morena, yo soy el símbolo de la pasión...
Mi rima era la IV. Recuerdo que ya la conocía de antes y ya me había acompañado un tiempo, por lo que, cuando se me dio la opción de elegirla, no tuve ninguna duda. Yo aún no amaba la poesía (no conscientemente, al menos), y sin embargo ya suspiraba por una pieza dedicada a la adoración a la misma. 

Mi contacto con la poesía durante estos años se limitó a los autores que nos enseñaban en clase. Yo escribía (siempre había escrito), pero me centraba por completo en la prosa y, cada vez menos, en el teatro (de niña me gustaba el formato y me imaginaba que estaba escribiendo guiones de series o películas; llegué a escribir el guión de una obra que representamos en clase). 
Después me hice mayor y entré en el instituto. Aunque recuerdo aquellos años con mucho cariño, hubo momentos difíciles; soy una introvertida, y pasar de un entorno conocido en el que había vivido día a día durante doce años, a un lugar mucho más grande, con hasta seis o siete aulas de más de treinta alumnos sólo en 1º de Bachiller, fue traumático. Conocí a gente increíble con la que compartiría muchas horas e inquietudes, y a otra que aun a día de hoy tengo un poquito atravesada. La primera conversación con Laura (o la primera que recuerdo) fue durante una hora libre; decidimos ir a dar una vuelta por el barrio de San Francisco hasta la casa de otra compañera, Irma. Yo iba con mi amiga Mai y Laura se había unido a la excursión; todas nosotras cursábamos Latín y Griego en un aula chiquitita, pues éramos un grupo reducido.
Es una de esas cosas que suceden. Estás en un grupo y acabas conectando con la persona a la que no conocías de nada. No sé muy bien qué nos unió a Laura y a mí; recuerdo mencionar a KISS y, sobre todo y por alguna razón que se me escapa (TAN fan nunca he sido), a Black Sabbath. Recuerdo empezar a hablar de escritura y darme cuenta de que había encontrado a una persona que amaba lo mismo que yo, y recuerdo quedarme fascinada cuando me dijo que lo suyo era la poesía.

Durante esos dos años de Bachiller, pasé horas y horas escribiendo con Laura. Nos animamos mutuamente. Compartimos ideas y fragmentos que no le habíamos enseñado a nadie. Nos críticabamos, aunque no éramos duras. 
Fue una etapa de crecimiento, como todas aquellas en las que te encuentras en un entorno que comprende lo que haces y cree en tus posibilidades. Yo ya escribía antes y fueron mis amigas de siempre, Mai y Raquel, las que me hicieron dedicar la mayor parte de mi tiempo a componer verdaderas novelas que aún releo de vez en cuando; pero encontrarme con una persona como Laura, movida por la misma inquietud creadora que yo, fue sin duda relevante.

No tengo ni idea de en qué momento comencé a leer poesía (quitando La Divina Comedia, que cayó a una edad muy temprana). Mucho menos, de cuándo me inicié en su escritura. Terminado el Bachillerato, Laura y yo teníamos en mente un proyecto que no hemos realizado nunca: una obra basada en los signos del horóscopo, con un poema y un relato para cada uno de ellos; adivinad quién era la del verso y quién la de la prosa.

En fin, que unos años más tarde yo ya no recordaba un pasado sin poesía. No recordaba un pasado sin Baudelaire, sin Keats, sin Bécquer, sin los sonetos de Shakespeare. Ahora soy capaz de hacer memoria, pero no encuentro la línea, no alcanzo a marcar en el mapa del tiempo el momento en que se me encendió la luz y supe por fin que lo mío sí que era la poesía. 
En algún instante entre el final del instituto y el comienzo de la Universidad, todo cobró sentido; no hay recuerdo de aquel primer año en Vigo que se desvincule por completo de los versos.

Hay mucho que debo alcanzar para llegar a sentirme la poeta que sé que soy. Tengo que pulir absolutamente todos los rasgos estilísticos de cuanto escribo. Pero la libertad que siento  gracias a la poesía es algo que no cambiaría por nada del mundo.

Feliz Día de la Poesía, aunque llegue por los pelos. 


No digáis que, agotado su tesoro, 
de asuntos falta, enmudeció la lira; 
podrá no haber poetas; pero siempre 
habrá poesía. 

Mientras las ondas de la luz al beso 
palpiten encendidas, 
mientras el sol las desgarradas nubes 
de fuego y oro vista, 
mientras el aire en su regazo lleve 
perfumes y armonías, 
mientras haya en el mundo primavera, 
¡habrá poesía! 

Mientras la ciencia a descubrir no alcance 
las fuentes de la vida, 
y en el mar o en el cielo haya un abismo 
que al cálculo resista, 
mientras la humanidad siempre avanzando 
no sepa a dó camina, 
mientras haya un misterio para el hombre, 
¡habrá poesía! 

Mientras se sienta que se ríe el alma, 
sin que los labios rían; 
mientras se llore, sin que el llanto acuda 
a nublar la pupila; 
mientras el corazón y la cabeza 
batallando prosigan, 
mientras haya esperanzas y recuerdos, 
¡habrá poesía! 

Mientras haya unos ojos que reflejen 
los ojos que los miran, 
mientras responda el labio suspirando 
al labio que suspira, 
mientras sentirse puedan en un beso 
dos almas confundidas, 
mientras exista una mujer hermosa, 
¡habrá poesía!

1 comentario:

  1. Hola guapa!
    Ohhhh Becquer!!A mí me pasó un poco como a ti en el sentido de que me interesé por ella a raiz de Becquer. Estoy enamorada de ese hombre y de hecho fue mi primer y durante mucho tiempo, único libro de poesía. Ahora me relaciono con gente que entiende del tiempo y que poco a poco me mete en el mundillo y ya conozco más y he descubierto otros autores que me apasionan como Jaime Gil de Biedma. Te animo a que sigas escribiendo y leyendo!
    un beso =)

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