miércoles, 21 de marzo de 2018

Cuando escribo Poesía

Cuando escribo Poesía, cruzo la frontera de lo permitido y lo autopermitido, del Miedo y del Juicio; chillo cosas que no susurraría, entono cantos censurados.
Cuando escribo Poesía, pierdo la noción del Yo y existo en un plano distinto al físico, pero no desligado de él; cada imagen deja su marca visible, pero éstas son apenas un reflejo de cicatrices de otra naturaleza.
Cuando escribo Poesía, no hay cadenas que puedan sujetarla. La tomo Libre y la traduzco Libre, sin exigirle nada.
Cuando escribo Poesía, emito un grito de sorpresa al reconocerme el rostro por vez primera, al escucharme hablar en rigurosa exclusiva. 
Cuando escribo Poesía, estoy sometida a algo más grande; la Libertad lo es en cuanto no me pertenece y no la gobierno, y cae herida cuando quiero imponer la Voluntad Consciente a la fuerza inteligente que es el Verso. Libertad supone un abandono completo a lo que se Es, por encima de lo que se Desea.
Cuando escribo Poesía, la Ansiedad permanente del verso encuentra su única vía de escape y estalla en carcajadas de gozo: lo más semejante a la Paz.
Cuando escribo Poesía, escapo del ensueño de Mí y tropiezo con esa otra naturaleza que es más Yo que yo y que duerme todo el tiempo.

Cuando escribo Poesía, doy el paso de ser Valiente y mirarme a los ojos y abrazar lo que llevo dentro y desconozco salvo en Verso.

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